y a peinarme las ideas.
Y a veces me deshaces
los nudos de la espalda
los del corazón,

Y rodamos en la cama
y nada ha servido
de nada
porque vuelvo a liarme con las sábanas
y he deshecho la cama
y me miras como si fuese mi culpa
este desastre mutuo,
esta habitación cerrada,
estas ganas de reírnos
y mis rizos en la almohada.
Por nuestra piel de gallina,
por los gemidos ahogados,
por la persiana medio bajada,
y solo un rayo de luz,
que ilumina nuestras piernas enredadas.