Anti-amante del mar,
han roto tantas olas
contra tus ojos cerrados,
has notado el agua salada
bajando desde tus párpados
y te has vuelto de espaldas a la marea,
para que no te lleve lejos,
dentro
y fuera.
Te has alejado de la costa
por el miedo a ser arrastrado
por las sirenas
de voz tierna.
Y dices siempre,
orgulloso,
que lo tuyo no es el agua
alborotada y salada,
lo tuyo no es nadar entre algas que te atrapan,
y me has hablado de tus miedos marineros,
pero,
anti-amante del mar,
yo no te creo.
Porque cuando te sumerges en mis aguas
y te enredan mis escamas,
cuando buceas muy adentro,
y me miras a la cara de náufraga rescatada,
veo en tus ojos
que a este mar no le tienes miedo.
Y cuando las olas chocan,
y la espuma salta,
veo en tu boca y en tu mirada
el mismo placer de Ulises
cuando por fin
llegaba a casa.