22.8.15

Anti-amante del mar


Anti-amante del mar,
han roto tantas olas
contra tus ojos cerrados,
has notado el agua salada
bajando desde tus párpados
y te has vuelto de espaldas a la marea,
para que no te lleve lejos,
dentro
y fuera.

Te has alejado de la costa
por el miedo a ser arrastrado 
por las sirenas
de voz tierna.

Y dices siempre,
orgulloso,
que lo tuyo no es el agua
alborotada y salada,
lo tuyo no es nadar entre algas que te atrapan,
y me has hablado de tus miedos marineros,
pero, 
anti-amante del mar,
yo no te creo.

Porque cuando te sumerges en mis aguas
y te enredan mis escamas,
cuando buceas muy adentro,
y me miras a la cara de náufraga rescatada,
veo en tus ojos
que a este mar no le tienes miedo.
Y cuando las olas chocan,
y la espuma salta,
veo en tu boca y en tu mirada
el mismo placer de Ulises
cuando por fin
llegaba a casa.



3.7.15

Conexiones y constelaciones


Cuando tocas a alguien
y sientes que su piel
es la tuya,
ese 
ese es el mayor grado de conexión entre dos personas.

Dar la mano y no saber distinguir los tactos,
llegar a conectar tan profundamente
que solo con darse la mano
no sepas cuál tiene más ganas de meterse en tu entrepierna.
cuando puedes sentir la sangre corriendo
como si estuviera en tus venas,
y casi notes el olor
de sus ganas de desnudarte.
Puedes llegar a asomarte a ese rincón oscuro,
puedes mirar el pasado como si los recuerdos fuesen tuyos,
quizás puedas entrever 
ese lugar imaginario donde viven las fantasías más salvajes.

Puedes casi llegar a tocar su alma,
rozar su corazón con la punta de los dedos.

Y cuando la conexión llega a ese punto
es imposible romper el lazo.
Y cuando ese lazo se transforma en un hilo intangible de futuro,
puedes mirar sin miedo a los ojos
y ver un universo paralelo en sus pupilas
en el que vivir para siempre
conectados por estrellas
siempre en expansión.







27.5.15

Juro que no es solo por el sexo

Y entonces,
entonces es cuando pasas
de dormir contando ovejas
a contar orgasmos.
Y puedo asegurar
que las noches cambian mucho
y se duerme diferente.

Y dejas a un lado los peluches
y te abrazas a su piel.
Desaparecen los miedos nocturnos
y ya tienes una razón 
por la que mojar la cama:
sus manos largas.

Y dejas de querer que te despierten los pájaros cantando,
o el sol entrando por la ventana
porque puedes despertarte
con su mano 
(o su cara)
entre tus piernas
y suspirando.

Y poco a poco entiendes
por qué prefieres dormir a su lado.

Que no es solo por el sexo
pero hay que admitir
que acabamos agotados,
jadeando 
y extasiados.

Y por eso,
por eso prefiero dormir a su lado.







4.5.15

Algún gato

El dolor que desgarra las paredes
y crea precipicios
que caen en el vacío
más lleno.

Se abren las heridas,
destroza la carne
y gritan
lo que mi boca no supo decir.

He vuelto a romper un vaso.
He vuelto a caerme.
He vuelto a hacerme heridas.
Me he cortado con los cristales
y el suelo de la cocina no deja de sangrar.

Algún gato lamerá las heridas
y jugará con el hilo que las cose.
Alguno como tú.

Corre lejos, corre en círculos,
vuelve, alcánzame
y no pises los cristales,
camina con cuidado,
rodeame con tus brazos,
mi cabeza en tu pecho
y mis heridas derramándose.

Cúbrelas con tus manos
y deja que el calor cauterice las líneas irregulares
que se han formado en mis manos.

Gotean mis pestañas
y me secas con tu ropa,
me desnudas del dolor,
te desnudas
para que no me duela,
para que no me desangre de ganas de abrazarte
y de quererte.

Deja que te cuente cómo he hecho todo esto,
deja que te lleve lejos.
Túmbate conmigo en este mar de sangre y cristales,
cántame bajito mientras me curan tus besos.

Y ahora...
              ahora creo...
                               ahora creo que ya no me duele.




29.4.15

Sacude mi cuerpo

No dejes que me enfríe,
arrópame con tus besos,
túmbame en la cama,
necesito un descanso contigo,
un descanso de un momento
interminable.

No te separes,
acércate más,
no dejes que me vaya.
no dejes que me lleven
los sueños en los que tiemblo,
lloro y rasgo lo que queda de mi consciencia.
Despiértame todas las noches si hace falta,
cálmame con caricias en la espalda,
pero
por favor,
no dejes que me congele
durmiendo en un mal sueño.
No dejes que me atrape desde los pies
la escarcha de un miedo que me arrastra por la noche
hasta un lugar helado.

Dame el calor de tus ganas,
de tu piel,
de tus manos por cada pulgada,
dame el calor,
me noto glacial,
me hiela las manos,
me congela el alma,
mis lágrimas están gélidas.

No dejes que me alcance el temporal,
no dejes que me hunda en el sueño,
se me pone la carne de gallina,
sacude mi cuerpo,
me atrapa desde dentro,
me congela, siento el viento,

sacude mi cuerpo.

O duerme conmigo...
Duerme conmigo.






14.4.15

El tiempo todo locura

Hoy ha vuelto a llover,
como si a alguien le importase
que ya es primavera.

Ha venido el frío de enero
y los castaños no saben qué hacer 
con las flores que les sobran.

Las calles no saben si encharcarse
o asfixiarse en un calor que es más de Junio que de Marzo.

He dado mil vueltas en la cama
y en la calle
hasta tropezar con tu sonrisa
y caerme en tu mirada.
He estado recorriendo mis sábanas
y Preciados y Carretas,
me he ido andando al Retiro
y he paseado por el Prado,
he dado un par de vueltas a la almohada
y he conseguido encontrarte.

En cada esquina, cada charco
en los letreros de las calles
y en unas tiendas escondidas,
en un par de bares, pizzerías,
en el cajero medio abandonado,
en los cuadros y en sus marcos,
en algunos turistas con acento raro.
Y te he encontrado en un par de sueños
(dulces
y mojados).

Pero el tiempo me vuelve loca,
me está liando,
y no sé si besarte
o morderte el labio.

Sujétame fuerte
que con este viento no quiero irme
volando.



27.3.15

Cicatrices (II - Cuando curan)

Tengo todas las cicatrices
de quererte muy fuerte,
y que me deje marca la sonrisa.

Tengo las heridas curadas
que acaricias cada día
mientras me miras a la cara
y yo te cuento una y otra vez
lo estúpida que era
y cómo me hice cada una de ellas.
Tengo las marcas
por las que pasas los dedos
con cuidado,
como si aún pudiesen dolerme.

Tengo el rastro
de tus besos en la cara,
en las piernas,
en la espalda,
tengo un rastro que me recuerda
que cada caída ya está curada.

Tengo un par de destellos en los ojos,
que no dejan de brillarme
cuando te miro
y cuando me dices esas cosas
que solo tú me sabes decir.
Y ahora,
puedes repasar con los dedos
la historia de cada vez que he acabado por los suelos,
sabiendo que ahora
no duelen,
no sangran.
Puedes acariciar los surcos que se marcan
cuando sonrío
o suelto carcajadas,
que se clavan como cicatrices
en mi cara.

Y aunque son para siempre,
estas no me han dolido nada.