30.1.15

Mañanas de domingo

Juegas a desenredarme el alma
y a peinarme las ideas.
Y a veces me deshaces
los nudos de la espalda
los del corazón,
y alguna vez me has secado hasta las lágrimas.

Y rodamos en la cama
y nada ha servido
de nada
porque vuelvo a liarme con las sábanas
y he deshecho la cama
y me miras como si fuese mi culpa
este desastre mutuo,
esta habitación cerrada,
estas ganas de reírnos
y mis rizos en la almohada.

Por nuestra piel de gallina,
por los gemidos ahogados,
por la persiana medio bajada,
y solo un rayo de luz,
que ilumina nuestras piernas enredadas.




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